La mafia es un sistema económico, un
sistema patológico de poder, que se hace Estado allí donde el Estado está
trágicamente ausente. El contenido político de sus acciones la convierte, sin
duda, en una solución alternativa al sistema democrático, haciendo uso y abuso
de los valores tradicionales de la cultura siciliana.
La
"omertá", por ejemplo, como muchas otras características del mafioso,
lo es del siciliano en general.
"Omertá"
deriva del siciliano "omu", hombre. El significado global del concepto
hace referencia a la imagen del verdadero hombre.
Para
los sicilianos, la naturaleza del verdadero hombre consiste en saberse hacer
respetar por los propios medios, en defender por sí mismo la propiedad, en
tutelar y si es necesario limpiar el honor de uno y de la familia, en saber
resolver problemas y controversias con la propia fuerza sin invocar la ayuda de
otros ni recurrir a la autoridad estatal. Cualquier colaboración con el estado
queda excluida y, en consecuencia, "la ley del silencio" se convierte
en un precepto fundamental.
La
tradición siciliana ofrece muchas muestras de esto: "la mejor palabra es
aquella que no se dice", "el sordo, el ciego y el que calla viven
cien años en paz", "el verdadero hombre no revela nada, ni siquiera
bajo las puñaladas".
Un
ejemplo muy gráfico de la observancia de la "omertá" lo ofrece la
película "Con i saluti degli amici", que se desarrolla en un
pueblecito siciliano, en cuya plaza un hombre recibe dos disparos de
"lupara" (escopeta de cañones recortados símbolo de la mafia rural);
un "carabiniere", al verlo en el suelo, se acerca nervioso a
preguntarle la identidad de los autores de los disparos, a quienes el hombre ha
visto, y este responde negando incluso el hecho: "Spararmi, quando mai?"
(¿disparos? ¿qué disparos?).
El
mafioso, por otro lado, es conservador desde el punto de vista moral; un hombre
que haya tenido más de una mujer o mantenga relaciones extraconyugales
conocidas, que no es, por tanto, capaz de autocontrol en el plano sexual y
sentimental, no es un hombre fiable tampoco desde el punto de vista
"profesional".
La
única mujer verdaderamente importante para un mafioso es la madre de sus hijos.
Las otras "sono tutte puttane". El divorcio está muy mal visto.
La
mafia siciliana, por otra parte y a diferencia de la americana, jamás ha
contado entre sus actividades la explotación de la prostitución o del juego;
nada tan deshonroso para un siciliano y aún más para un "uomo
d'onore".
La
dignidad es muy importante. Un mafioso que intente suicidarse en la celda de la
cárcel donde cumpla condena está destinado a ser eliminado, puesto que ha
demostrado no ser capaz de resistir la dureza de la vida carcelaria y por
tanto, en general, cualquier situación dificil. Un mafioso que dé muestras de debilidad
psicológica o falta de seguridad se arriesga a ser "callado" para
siempre. En un grupo como la mafia, que debe defenderse de sus enemigos, el
débil o el enfermo no tienen cabida.
La
discreción, la costumbre de esconder los sentimientos y cualquier manifestación
emotiva es una característica fundamental del alma siciliana.
En
Sicilia está absolutamente fuera de lugar mostrar en público lo que se siente
interiormente. Los sicilianos están a años luz de las típicas efusiones
meridionales, los sentimientos pertenecen a la esfera privada y no hay motivo
para exhibirlos.
Es,
por tanto, una labor cotidiana para el siciliano y para el "uomo
d'onore" la interpretación de los gestos, de los signos, de los mensajes y
de los silencios.
Por
otro lado, el mafioso siciliano ama la modestia, domina el poder y no se deja
dominar por éste, odia el exhibicionismo: sabe muy bien que tras el velo de la
modestia el poder viene percibido de un modo más inquietante.
Es,
sin embargo, la violencia la que abre al mafioso la vía del poder. Sin el uso
de la violencia física, al menos una vez, "l'uomo d'onore" no puede
asegurarse el reconocimiento, ni infundir temor.
El
mafioso emplea la violencia no tanto para enriquecerse como para hacerse un
nombre. La muerte es la sanción usual. El peligro constante (el que representan
el Estado, otros mafiosos, etc) hace necesaria una intervención veloz, resuelta
y enérgica; por ello, el asesinato ha sido a menudo paragonado a una
"condena a muerte sin posibilidad de recurso". Esta violencia brutal
última es, precisamente, la que da validez a normas sobre cuya observancia no vigila ninguna fuerza
coercitiva.
Además, ni la más mínima ofensa ni el más
nimio de los insultos debe quedar sin venganza. Ya lo dice el proverbio:
"Una parola male detta: ne viene una vendetta". El mafioso sabe que
"la venganza es un plato que se come frío" y ejecutará su sentencia
en el momento más inesperado. Una cosa es segura: la sentencia será ejecutada,
porque el que abre una cuenta con Cosa Nostra sólo la cierra con la muerte,
natural o no.
La
familia es la única institución verdaderamente viva en la conciencia del
siciliano, más como dramático nudo contractual, jurídico, que como agregado
natural y sentimental. La familia es el Estado del siciliano.
El
Estado queda fuera, es una entidad "de facto" impuesta por la fuerza,
que a su vez, impone las tasas, el servicio militar, la guerra, los
carabineros.
Dentro
de la institución familiar el siciliano traspasa la frontera de su soledad
natural y se adapta a la convivencia. Sería demasiado pedirle que traspasase el
límite entre la familia y el Estado; la forma precisa y definitiva de su
derecho y su deber será la familia, que hace más breve el paso hacia la
victoriosa soledad.
Cosa
Nostra considera indispensable la impunidad. La impunidad confirma la potencia
de la organización, la legitima a los ojos de los ciudadanos, ridiculiza la
función del Estado. Por eso se trata de una necesidad estructural de la mafia.
Puede presentar varios aspectos: no ser perseguidos por las actividades
criminales, ser absueltos o ser condenados a penas risibles, gozar de trato de
favor en las cárceles, etc. La impunidad refleja el carácter de "Estado
dentro del Estado" que Cosa Nostra tiende a asumir; si no se es sancionado
por el Estado significa que se es más fuerte que el propio Estado o que se está
legitimado por los poderes públicos.
Por
último, es esencial el control del territorio. Sirve para desarrollar
impunemente todo tipo de tráfico, para conocer y prevenir las maniobras de los
adversarios, para ejercer el dominio de la población, para practicar las
extorsiones, para presentarse como autoridad que todo lo conoce y todo lo
puede. Un "capomafia" sin territorio es como un rey sin reino.